Eduardo Chillida fue portero de la Real en la temporada 1942-43 con tan solo 18 años, en la que consiguieron el ascenso a Primera División. Por desgracia, una grave lesión de rodilla hizo que se tuviera que retirar del fútbol, antes de poder disfrutar de la máxima categoría.

Por su parte, Elías Querejeta fue mediapunta del combinado guipuzcoano en los años 50 —comenzó su carrera poco antes de que se fraguara el filial—, llegando a marcar un gran gol en Atocha al Real Madrid de Di Stéfano. Después de una carrera un tanto irregular como futbolista, se retiró con 23 años para irse a Madrid a cumplir su sueño de dedicarse al cine. Decisión en la que, al parecer, influyó la siguiente anécdota con Chillida.

Elías iba a entrenar desde Hernani (población hasta donde se había trasladado Chillida para aprender el oficio de la forja y, posteriormente, establecer su taller) hasta San Sebastián. Durante el trayecto solía coincidir en el tranvía con Eduardo, que empezaba a despuntar como escultor. Éste le recomendaba que dejara el fútbol, que le iba a quitar tiempo para el cine.

Al igual que le pasó a Chillida, su lesión truncó la carrera de un gran portero para la Real, pero nos dejó un legado eterno gracias a todas sus icónicas obras. Sin duda, el cine español ganó una gran cantidad de buenas películas. 

A pesar que sus carreras les alejaran profesionalmente del fútbol, ambos siempre mantuvieron su amor por los colores de la Real.