SERGIO SAMITIER: Un campeón con d.o. somontano

 

No reblar es vivir pedaleando.

No reblar es hacer 34.000 kilómetros al año.

No reblar es pasar más de 130 días al año fuera de tu casa.

Aparcó su Peugeot 207 en un parking lleno de coches de alta gama y se bajó. Estaba cumpliendo un sueño, pero no por ello le subieron las pulsaciones -deformación profesional, quizás-. En ese momento Sergio Samitier daba sus primeros pasos como corredor del Movistar Team, con 24 años, e hizo gala de algunas de las cualidades que le habían llevado hasta allí, la templanza y la discreción. “Llegué y me dijeron que compartiría habitación con Valverde. ¡Imagínate!, el primer día y con Valverde. Pero bueno, le di normalidad”, asegura este barbastrense que lleva toda una vida acumulando kilómetros en las piernas, hasta llegar a la cima que supone el maillot azul con la M en el pecho. “Es lo top, la élite, el World Tour, como fichar por un Real Madrid o un Barça, con la ventaja además de que es un equipo de Pamplona, que tienes la sede al lado de casa y se habla español”, explica.

Pero hasta llegar allí había acumulado muchas horas viendo pasar el asfalto bajo las ruedas. De hecho, Samitier no tiene claro por qué eligió el ciclismo, más bien cree que fue la bicicleta la que lo eligió a él. “Fue sin darme cuenta, desde niño siempre con la bici, y luego ya empiezas corriendo y ganando carreras. Primero en el Club Ciclista Barbastro y después con Lizarte. Hasta entonces era como un hobby, pero acabé los estudios y vi que sí”, asegura el corredor, que dio el salto a profesionales en 2017, primero en el Euskadi-Murias, un escalón por debajo, donde se curtió y cogió galones, para poder llegar por fin al Movistar Team, donde afronta ahora su segunda campaña.

Y lo hace con el orgullo de haber conseguido la decimotercera posición en el Giro, revelándose como uno de los corredores más combativos del pelotón. Otro sueño cumplido. “Ya he corrido La Vuelta, también El Giro, ahora me queda El Tour”, dice, aunque asegura que no hay más ambición que la de seguir mejorando. “No sé dónde está el techo. Entrenó como el que más, y hasta donde llegue”, dice con su humildad característica, aunque admite que llegar a los Campos Elíseos vestido de amarillo es el sueño de cualquier ciclista.

Para conseguirlo, sabe que no existe ni un segundo de relajación, por mucho que huya de la palabra sacrificio, es más, se considera privilegiado dentro de los compañeros de deporte. “No podemos quejarnos, porque al final hacemos lo que más nos gusta. Además, es increíble el despliegue por parte de los equipos. Hay algunos que viajan hasta con el colchón de cada corredor”, admite. Pero todo ello resta poca dureza a los 34.000 kilómetros que acumulan sus piernas o los más de 130 días al año en los que vive fuera de su casa. Además de un seguimiento más que minucioso de la alimentación. “Comerte una pizza es algo impensable, reservado para momentos muy puntuales, como puede ser el día que acabas El Giro”. Porque, como dice, “eres ciclista 365 días al año y sabes que el más mínimo detalle puede marcar la diferencia”.

Samitier forma parte de los cinco corredores altoaragoneses que integran el pelotón profesional este año: Jorge Arcas, Fernando Barceló, Jaime Castrillo y Martí Vigo. “Es algo increíble, ya que es muy complicado llegar a profesional. Buen terreno para entrenar, está claro que tenemos”, dice con orgullo. El mismo que saca cuando habla de la SD Huesca. “Te alegra mucho ver que el equipo está en Primera División, y te hace seguirlo todavía con más ganas. Con el orgullo de que seamos un equipo pequeño y estemos allí. Como nos ocurre a nosotros. Al final en el deporte, que se vive por el espectáculo y todo lo marca el presupuesto, es bonito ver como el pequeño se hace sitio. Como cuando Barceló quedó tercero en una etapa de la Vuelta. Lo celebras todavía más”.

Y con esa mentalidad, la misma que tenía cuando aparcó su 207, estamos seguros que le llevará a subirse a lo más alto y descorchar muchas botellas.